image of Alvaro Ugalde climbing hill

In Others’ Words

Randall Varela Chaves

6 Julio 2015

La primera vez que tuve contacto directo y personalizado con Álvaro Ugalde, marcó la relación que tuve con él por el resto de la vida. Me acuerdo muy bien que eran cerca de las 10 de la mañana un día de julio del año 2006. En ese momento yo estaba en la construcción de mi casa, yo trabajando como cualquier otro peón de construcción, haciendo algunas labores acordes a mi conocimiento en el área, cuando recibí una llamada de don Álvaro diciéndome que había recibido buenas recomendaciones de mí y que si me interesaba trabajar con él.

La llamada me sorprendió, sobre todo porque me dijo que donde me encontraba que él quería conocerme y hablar conmigo de inmediato. Yo le comenté que estaba en la construcción en ese momento que si podía ser al día siguiente o bien al menos ese día por la tarde, de ese modo tendría tiempo de ir a mi apartamento en ese momento, bañarme y vestirme para la ocasión; sin embargo él se negó a mi solicitud y me preguntó que donde era la construcción para venir a verme. Ante tal situación lo más que pude negociar era que no viniera al caos, que representaba para mí recibir una persona que podía ser mi eventual jefe, en una construcción y le dije que mejor me dijera donde se encontraba y yo podía ir al lugar.

Él se encontraba en la oficina del Instituto Nectandra en San Ramón de Costa Rica en ese entonces, aproximadamente a un kilómetro de distancia de la casa en construcción. Le advertí como tres veces que no estaba en condiciones idóneas para una entrevista de ese tipo, pero Álvaro insistió. Yo tenía muy pocas referencias de él; en mi mente pensaba que podía perjudicarme la primera impresión que él tuviera de mí por la ropa que llevaba y por la apariencia que tenía un poco despreocupada en ese momento.

Me tomé un pequeño momento para lavarme la cara y las manos, en el carro mío andaba una camiseta limpia por lo que procedí sin duda a cambiarme, me sacudí un poco y me fui a la cita. Cinco minutos más tarde estaba en la puerta de la oficina buscando a Álvaro Ugalde. ¡Vaya sorpresa! A mi encuentro salió un señor en una camiseta más ajada que la que yo llevaba puesta, en short y tenis. Ese era él. Como dije anteriormente ese momento marcó la relación que nosotros dos construimos. Yo fui contratado, él era mi jefe, pero realmente nunca se marcaron grandes diferencias. Discutíamos como iguales, exponíamos nuestras ideas, tuvimos diferencias pero nunca hubo resentimientos ni miedos, siempre fuimos abiertos y al final de sus días éramos buenos amigos.

Randall Varela Chaves
Instituto Nectandra