Cuando don Abel me nombró Ministro de Ambiente en el año 2002 de las primeras tareas que determiné prioritarias fue atender fuertemente los retos de Osa y en particular los problemas de caza ilegal en el Parque Nacional Corcovado. Así que recurrí inmediatamente a don Álvaro para consejo y ayuda. Yo nunca me hubiera esperado los resultados de esa primera reunión ya que don Álvaro se comprometió a asumir la dirección del Área de Conservación Osa. Para mí fue un alivio y una gran oportunidad de tenerlo, pero sobretodo el entender que su pasión por Osa y que sus condiciones humanas eran excepcionales para sacar adelante al Parque de tantos problemas. La experiencia de trabajar con don Álvaro en esos años fue reveladora y gratificante. Aparte de su dedicación al trabajo y amor por la naturaleza, su calidad humana fue lo que hizo que lográramos progreso sustancial en un manejo real del parque y del Área de Conservación. A muchos nos impresionaba la personalidad fuerte y definida de don Álvaro, pero yo tuve la posibilidad de conocerle un ángulo menos conocido pero igualmente importante. Don Álvaro tenía ese don especial en su personalidad que hacía que las cosas avanzaran donde otros no podían por falta de inteligencia emocional, humildad y puro sentido común para el dialogo y la comunicación entre gentes de diferentes estratos sociales, educación y opinión. Muchas veces fui a Corcovado con él y atesoro en particular aquellas veces que caminamos en las profundidades del bosque de Corcovado. En esta foto del 2003 (junto a don Álvaro y a mi persona) están Russ Mittermeier, Presidente de Conservación Internacional, Eduardo Carrillo y Charlie, cuando pasamos una semana en el parque estudiando la correlación entre caza furtiva, gestión de manejo del parque y estado de las especies indicadoras del parque.
Carlos Manuel Rodríguez
Russ, Álvaro, Eduardo, Carlos Manuel, Charlie
